miércoles, 16 de marzo de 2011

Fragmento de "La Política" (Aristóteles)

La política (Aristóteles)
Capítulo VI
De la soberania
"Es un gran problema el saber a quién corresponde la soberanía en el Estado. No puede menos de pertenecer o a la multitud, o a los ricos, o a los hombres de bien, o a un solo individuo que sea superior por sus talentos, o a un tirano.[...]Atribuir la soberanía a la multitud antes que a los hombres distinguidos, que están siempre en minoría, puede parecer una solución equitativa y verdadera de la cuestión, aunque aún no resuelva todas las dificultades...[...]En esta multitud, cada individuo tiene su parte de virtud y de ilustración, y todos reunidos forman, por decirlo así, un solo hombre, que tiene manos, pies, sentidos innumerables, un carácter moral y una inteligencia en proporción. Por esto la multitud juzga con exactitud las composiciones musicales y poéticas; éste da su parecer sobre un punto, aquél sobre otro, y la reunión entera juzga el conjunto de la obra[...].
No es el individuo, juez, senador, miembro de la asamblea pública, el que falla soberanamente; es el tribunal, es el senado, es el pueblo, de los cuales este individuo no es más que una fracción mínima en su triple carácter de senador, de juez y de miembro de la asamblea general. Desde este punto de vista es justo que la multitud tenga un poder más amplio, porque ella es la que forma el pueblo, el senado y el tribunal. La riqueza poseída por esta masa entera sobrepuja a la que poseen individualmente en su minoría todos los que desempeñan los cargos más eminentes"

En este fragmento de la política, Aristóteles plantea quien debe ejercer la soberania, y se pregunta si este poder debe ser ejecido por un individuo, por un grupo en particular o a la colectividad.
El hombre es un animal social, que desarrolla sus fines en el seno de una comunidad y que como tal,
En política es posible encontrar muchas formas de asociación humana. Decidir cuál es la más idónea dependerá de las circunstancias. cada persona forma parte de un "todo", y que por ello las decisiones que se toman son decisiones de todo el pueblo, aunque tome la decisión una persona en concreto, puesto que obedece a un poder mayor. La cultura política era aquí, esencialmente oral y visual. Las plazas, constituían una suerte de esfera pública en la cual se daban discursos, se discutía de política y se llegaban a acuerdos. Estos acuerdos públicos son necesarios para el funcionamiento de grupos sociales que confluyen en un espacio físico cualquiera. Se requiere de un orden y del establecimiento de reglas que permitan la convivencia humana, la cual se traduce en el ejercicio del poder. El poder nace como una necesidad de asegurar la convivencia humana, por lo tanto, si no hay orden y autoridad, se destruye la posibilidad de convivir y de interactuar en una sociedad capaz de alcanzar la categoría de Estado. La formación del Estado es un hecho natural, ya que el hombre es un ser naturalmente sociable, porque no puede bastarse por sí mismo separado del el resto de las partes. Todo ello hace que la interacción, el ámbito público, sea fundamental para poder constituir un Estado.

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